Conflicto entre terratenientes y mapuches

ENTREVISTA

Habla Jones Huala: “Decir que somos terroristas es de ignorantes o de terratenientes”

El joven lonko mapuche responde desde la cárcel de Esquel. La desaparición de Santiago Maldonado, la represión sistemática a su pueblo y la lucha por la tierra que Benetton y Macri no quieren devolver.


Desde hace días su nombre está en boca de todo el mundo. Los organismos de derechos humanos y los sectores populares lo rodean con amplia solidaridad. El Gobierno, el Poder Judicial y corporaciones como Benetton o Clarín, en cambio, ven en su figura un espectro temerario.
En rigor, Facundo Jones Huala hoy no hace más que bajar de peso y hablar pacientemente con quien quiera escucharlo. La huelga de hambre que inició hace diez días en su celda del pabellón 6 de la Unidad Penitenciaria 14 de Esquel ya se hace sentir. Su idea: ponerle el cuerpo a la protesta y a la vez compensar el esfuerzo que afuera viene realizando su comunidad por conseguir que lo liberen. “De a poco se van sintiendo los efectos, pero hay que mantener firmes las convicciones y seguir haciendo un llamado consecuente a la movilización y a la conciencia, principalmente del pueblo mapuche, del resto de los pueblos originarios y de las masas oprimidas en su totalidad”, dirá en el comienzo de la charla con La Izquierda Diario.
El joven de 31 años lleva cuarenta días detenido en la cárcel federal. La versión estatal, en la pluma del juez federal Gustavo Villanueva, es que por ser considerado “terrorista” por el Gobierno de Michele Bachelet debe ser extraditado a Chile tal como lo solicitó el Estado trasandino. Él plantea que todo es ilegal, que está siendo juzgado por segunda vez en una causa que ya había tenido un fallo a su favor y que no se le respetan garantías constitucionales básicas.
“Es evidente que esta es una situación política más que jurídica, parece que con este caso están queriendo inventar nueva jurisprudencia”, ironiza Huala. En verdad la situación por la que está preso es un engendro jurídico. Hasta hace casi un año estaba preso por el pedido del Estado chileno pero el 1° de septiembre pasado el juez federal de Chubut Guido Otranto lo liberó tras dar por “inválido el procedimiento” que lo había llevado tras las rejas.
Paradójicamente el juez Otranto es el mismo que hace poco más de una semana le pidió al Ministerio de Seguridad de la Nación que reprima a la comunidad que habita en la zona de Cushamen, hecho que derivó en la desaparición de Santiago Maldonado a manos de la Gendarmería. El día anterior, el lunes 31, una manifestación mapuche fue repelida a balazo limpio en Bariloche. Nueve detenidos y varias personas heridas. Habían marchado para pedirle al titular del juzgado federal de esa ciudad, Villanueva, que libere a Huala ya que no puede juzgarse a una persona dos veces por un mismo delito.
¿Hay una escalada represiva contra tu comunidad?
- Hace mucho tiempo venimos denunciando la represión, las vejaciones, las torturas, los apremios. Pero con este Gobierno la cosa se intensificó. Nunca fuimos kirchneristas ni estamos relacionados con partidos políticos, pero esto recrudeció de una manera brutal. Estábamos preparados pero están superando el panorama que veníamos transitando.
Dicen que son un grupo peligroso que aterroriza a la gente
- Somos mapuches. Y somos muchos en la región. El proceso de recuperación de la zona es un proceso de comunidades y de familias, independientemente de lo que digan algunos. Son varias comunidades y familias en resistencia en la región de Cushamen. Hay gente que vive en el lugar permanentemente y hay gente que entra y sale de la zona todo el tiempo. Incluso con todo esto que está pasando, a pesar de que la zona está militarizada, mucha más gente se está movilizando hacia allá. Cushamen son en total 16 parajes y un pueblito adentro, donde somos todos parientes mapuches.
¿Tu detención es una “venganza” contra la comunidad mapuche?
- Dicen que nosotros somos los sediciosos pero acá es el Estado el que se burla de sus propias leyes. Nosotros somos los que cuestionamos hace siglos la existencia del Estado pero son ellos, la ultraderecha, la que lo destruye al impedir que en mi caso haya debido proceso.
El juez Otranto era garantista pero terminó dándose vuelta por la presión de la Sociedad Rural, del gobierno de Chubut y del Ministerio de Seguridad nacional. En el juicio anterior contra mí ya sabíamos que él había sido apretado por la Sociedad Rural. Él mismo lo contó. De hecho, cuando me dio la libertad, el gobernador Das Neves le pidió el juicio político. Y del juez Villanueva se dice que ocultó pruebas en juicios a los militares de la dictadura. O sea que estoy en manos de un juez fascista y de otro que era garantista pero por las presiones y el miedo se dio vuelta.
Pero más allá de Otranto y Villanueva, hoy quien actúa y ordena es el Ministerio de Seguridad de la Nación.

Orden y desaparición

Facundo Jones Huala dialoga con serenidad y a la vez responde con la celeridad propia de quien está convencido de lo que piensa y siente. Sabiéndose preso político, arroja definiciones bien pensadas. Quizás con la intención de que este medio no tergiverse ni una de sus palabras, como sí lo vienen haciendo las empresas periodísticas que se suman a la campaña demonizadora de los gobiernos de Mauricio Macri y Mario Das Neves.
Sin celular y sin poder hablar más que con quienes lo visitan o lo llaman al teléfono del pabellón, se fue enterando de la última represión y de la desaparición de Maldonado a cuentagotas.
¿Qué sabés de los hechos del 1° de agosto?
- Que la represión se dio en un contexto de movilizaciones por mi libertad, además del reclamo de siempre por la tierra, ya que se cumplían treinta días de detención. Antes habían detenido gente en Bariloche y aquí en Esquel hubo otra situación el sábado anterior. El lunes el juez Otranto ordenó desalojar la ruta y la gente se fue por su cuenta para adentro de la comunidad. Y a la mañana siguiente fue esta represión.
¿Gendarmería entró directamente al campo?
- Claro. A eso de las 6 de la mañana entró al campo a correrlos. Me cuentan que principalmente la represión iba dirigida a los hombres jóvenes. Pero en la persecución para cazarlos la gente fue siendo acorralada hacia el río. Casi todos se tiraron al agua. Y ahí pasó lo de Santiago, que no se tiró porque no sabe nadar. Pero así como le pasó a Santiago le podría haber pasado a cualquiera porque todo pasó en la entrada al campo, donde hay un puesto de guardia y por donde todo el tiempo pasa gente, desde turistas hasta pescadores, mochileros, periodistas.
¿Cómo quedó la gente de la comunidad tras la represión?
- Aunque nuestra gente ya está acostumbrada a estos atropellos, con estos hechos algunos se han quedado más impactados. Son situaciones muy traumáticas. El problema mayor es con nuestros niños, que estuvieron presentes. No solamente cruzaron hombres el río, también mujeres y niños.
Huala agrega que la represión no fue sólo en el campo. Voceros de la comunidad mapuche que estaban en Esquel salieron para la zona apenas se enteraron de que estaban reprimiendo. En el camino fueron detenidos por la Policía provincial, que los requisó y les retuvo los teléfonos como condición para liberarlos.
- Eso es robo y extorsión. Todo por orden del jefe de Gabinete del Ministerio de Seguridad de Nación, Pablo Noceti.
¿La gente de la comunidad no duda que Gendarmería se llevó a Santiago?
- No. La gente vio cómo se lo llevaron al compañero, que se había acercado a la comunidad a estar de forma solidaria. Ahora la zona está totalmente militarizada e incluso en estos días llegó un contingente de Gendarmería más grande que el que hizo desaparecer al compañero Maldonado. Por eso sabemos que si hoy cualquier testigo quiere presentarse oficialmente a dar testimonio seguro va a ser acusado de terrorista, de subversivo.
Así y todo la gente se encuentra firme y dispuesta a seguir resistiendo y reconstruyendo nuestro mundo, pese a las brutalidades y represiones. Estamos en condiciones de resistir y de luchar.
Obviamente la violencia estatal y terrateniente no es nueva
- Desde hace mucho tiempo se vienen denunciando asesinatos y desapariciones. Acá en la zona siempre fue común que por tierra se matara a la gente. Y nuestra comunidad estaba muy despolitizada, a lo sumo se denunciaba y se hacía alguna marcha. La diferencia con lo que pasaba hasta hace unos años es que ahora hay un sector organizado del movimiento mapuche que se plantea la lucha y un proyecto político concreto.
Acá hay familias desaparecidas, como los Calfullanca en Cholila. A principios de este año un terrateniente mandó a matar a un chico de apellido Nahuelpan en Mallín Ahogado, cerca de El Bolsón. Lo mató un sicario frente a un contingente de sesenta turistas, en pleno día, y nadie hizo nada. Son muchos casos que nunca tuvieron justicia. Y están las torturas cotidianas. Nosotros decimos que así como en las ciudades es tan común el gatillo fácil, imagínense lo que es en el campo, sin infraestructura básica, sin comunicación, sin señal de celular. Los cuerpos terminan apareciendo días después, llenos de moscas.





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